HITLER: EL IMPERIO DE LA MAGIA NEGRA
El Tercer Reich, un entramado
cultural, político y económico brutal, un entramado mágico y ocultista, donde
sus participantes tenían intima relación con el mundo esotérico, entre ellos el
propio Adolf Hitler.
Con el partido nazi paseándose por
las calles de Alemania, las cruces cristianas fueron reemplazadas por las esvásticas,
una forma muy directa de establecer el gobierno de la magia por encima de la
religión. Los años 30 del siglo XX fueron denominados como el Siglo de Oro del
ocultismo, donde Hitler era un fanático de las ciencias ocultas, y junto a ello
era un gran conocedor de las tradiciones germánicas, esta mezcla seria
peligrosa para el mundo. Con apenas 16 o 17 años, Hitler desarrollo un fuerte
sentido mesiánico en sí mismo, su pensamiento solo tenía un objetivo: el
desarrollo de una nueva clase de jefes, los cuales tendrían el honor de dirigir
el mundo en su plenitud.
Años más tarde, cuando se hallaba
consumido por el rechazo de no haber entrado en la facultad de Bellas Artes,
vagando por las calles de Viena sin rumbo fijo, maldiciendo su suerte, todo
ello no le impedía seguir estudiando para lograr su objetivo, sus libros
trataban los mismos temas: el ocultismo, filosofía, política y mitología. Sufría
una malnutrición por aquellos años, estaba tan sumergido en sus libros que
apenas comía o descansaba, su fanatismo crecía con el paso de las horas.
Un día se
encontraba en el Museo del Hofburg, la casa del tesoro de los Habsburgo, un
sitio por el cual sentía repugnancia, pues consideraba anti germánico la
exhibición de las joyas y cetros enjoyados. Pero hubo un objeto que captó su
atención, una lanza, una lanza usada por un centurión romano, este centurión
fue quien la clavó en el costado de Cristo en el momento de la crucifixión. Se
decía que esa lanza tenia poderes mágicos y místicos, una lanza con el poder de
hacer de su poseedor el hombre más poderoso del mundo. El mismo Hitler nos
describe este momento:
“Supe de inmediato que aquél era el momento más
importante de mi vida... Me sentí como un sonámbulo cuyos actos están dictados
por la providencia”, explicaba años después. “Sin embargo, no
podía
adivinar por qué un símbolo cristiano me causaba semejante impresión. Me quedé
muy quieto durante unos minutos contemplando la lanza, y me olvidé del lugar en
que me encontraba. Parecía poseer cierto significado oculto que se me escapaba,
un significado que de algún modo ya conocía... Me sentía como si la hubiese
sostenido en mis manos en algún siglo anterior, como si yo mismo la hubiera
reclamado para mí como talismán de poder y hubiera tenido el destino del mundo
en mis manos. ¿Cómo era posible aquello? ¿Qué clase de locura se estaba
apoderando de mi mente y estaba creando tal tumulto en mi pecho?”
Con tan solo 21
años, Hitler se convertiría en el ave fénix, alguien que renace de sus cenizas
para conquistar y dominar el mundo. Durante el transcurso de una batalla Hitler
sufrió una ceguera a causa de un gas mostaza. Fue trasladado a un hospital
militar del norte de Alemania, donde fue diagnosticado como una víctima de una
histeria psicopática. Tras este diagnóstico, fue puesto bajo la tutela de un
psiquiatra llamado Edmund Forster. Según el propio Hitler, durante las sesiones
con ese psiquiatra tenia visiones de otro mundo, un mundo caótico y que era de
vital importancia que recuperara su vista para que pudiera conducir a Alemania
a la recuperación gloriosa. Según muchos autores, es en estos momentos cuando
el antisemitismo de Hitler alcanza su mayor grado.
Con 30 años, Hitler
se convierte en el Führer del Reich alemán, por fin vio cumplido su sueño, ese
sueño que tenía desde joven, un sueño cargado de misterio, ocultismo y magia.
Con ello, alzó con sus manos la lanza que tanto le encandiló de joven. Se
encierra con esta lanza en una sala del museo, donde permanece horas y horas en
silencia. Tras su encierro ordena que la lanza sea llevada a un bunker
antiaéreo en Núremberg, la capital espiritual del movimiento nazi.
Hitler era
proclive a ser un fanático total del ocultismo porque se veía rodeado por ello,
muchos de los lideres del partido nacional socialista alemán eran ocultistas
practicantes. En el año 1935, Hitler prohíbe las sectas religiosas, llevando a
cabo una preselección de magos y brujos para tenerlos a su disposición en caso
de guerra. La negativa de algunos de estos individuos llamados a filas suponía
el arresto y llevada a los calabozos. El objetivo era formar un grupo de
ocultistas que trabajara para las SS. Lo que empezó siendo un estudio erudito y
metódico se había transformado en una loca carrera sin orden ni meta en la que
ya no sólo corrían peligro su vida y su cordura, sino las de todo el país que
le seguía ciegamente como líder indiscutible.
El mismo Hitler
usaba el empleo de drogas para llegar a estados alterados de conciencia, así
poder saborear más de cerca el mundo oculto, la magia de los desconocido. Esta
práctica trajo sus consecuencias negativas: se volvió adicto al peyote, algo
que él mismo definía como un vehículo que lo llevaba a estar en trance y poder
comunicarse con los “superiores desconocidos”. El estudio de técnicas
ocultistas estaban a la orden del día en la organización nazi, todo para ser
empleadas como armas políticas y militares.
En definitiva,
el regreso de la magia y la irracionalidad que dominaron el mundo en épocas
anteriores era el objetivo del partido nazi. El partido político como una secta
ocultista, un arma de selección de las razas inferiores y lograr la
purificación mágica de la estética alemana. Una etapa de la historia donde el
imperio de la magia gobernaba el mundo.
Por JESÚS CAMPOS MÁRQUEZ
Comentarios
Publicar un comentario