ETRUSCOS: Mezencio, la diestra de la muerte.

El pueblo etrusco se ve, en muchas facetas, salpicado por el rigor virulento de los historiadores griegos, como por ejemplo Teopompo, quien ignoraba las excepcionales cualidades de los etruscos. La nación de la que Tito Livio hablaba como un pueblo que ante todo estaba muy relacionado y apegado a sus costumbres religiosas, esta nación fue contaminada más tardíamente en el tiempo, cuando su disciplina cae en desuso. Por ello el emperador Claudio dio un discurso sobre las exhortaciones para recuperar el colegio de los arúspices, último reducto para alejar a la decadencia y la destrucción de las costumbres: “No había que dejar perecer, por negligencia, la ciencia más antigua de Italia”. Es una hipocresía muy beligerante ya que, son los propios gérmenes griegos y romanos los que han desencadenado tal decadencia de la costumbre etrusca que tanto les ha ayudado. 


Esta encarnizada cruzada de algunos autores griegos contra el pueblo etrusco tiene su explicación histórica.
Los griegos no han podido olvidar, algo lógico, la terrible lucha que les enfrentara durante unos cuantos siglos a los etruscos, ambos contingentes en la península itálica y disputándose el control comercial, a parte de la alianza etrusca con los cartagineses. Se disputaban, nada más y nada menos, que el control del Mediterráneo occidental. Además los etruscos impusieron una barrera infranqueable contra el expansionismo colonial de los griegos de la zona sur de Italia. Esa barrera instaurada estaba sembrada de piratas, los cuales navegaban a sus anchas proclamando la libertad del terror en todas las costas italianas y lanzando amenazas contra los puertos griegos establecidos en la región.




Tuvo lugar la famosa batalla naval de Alalia (537 a. C), en las costas de Córcega, en tal contienda se enfrentaron los griegos de Focea contra la unión de cartagineses y etruscos. La victoria fue para los griegos, pero los prisioneros griegos que habían caído en manos de los etruscos sufrieron un castigo espantoso, un castigo que fue relatado por Virgilio, quien nos habla del cruel Mezencio, rey de Caere.

“¿Me atreveré a contarte aquellas espantosas matanzas? ¿Los actos salvajes del tirano Mezencio? ¡Que los dioses los hagan recaer sobre él y sobre toda su raza! Llegaba incluso a atar a los vivos con los cadáveres, manos contra manos, bocas contra bocas, y aquellos seres sometidos a una nueva clase de suplicio, chorreando sangre corrompida, morían lentamente en aquel mísero abrazo”

Esta práctica también se les atribuida a los piratas etruscos en un fragmento de un discurso de Cicerón. Los sacrificios humanos era una práctica muy imperante en el momento, demasiado extendida. Con ello Grecia y luego Roma enmarcarían los sacrificios humanos como una técnica de barbarie. Con todo ello, ciertas atrocidades propias de un salvaje dejaron huella permanente en la memoria del pueblo griego y, por ello la maldición que los historiadores griegos depositan contra el pueblo etrusco está justificada. Son sólo sombras de un pasado brillante, donde hay luces hay sombras, todos los pueblos la tienen, y en el caso de los etruscos no será distinto.

En definitiva, dejar clara mi postura en relación al mundo etrusco, el cual es una olla a presión de cultura, desarrollo e innovación social, algo asombroso que tenemos el privilegio de conocer, sin poder adentrarnos mucho debido a su lenguaje aún sin descifrar. Fue un pueblo que destacó por su desarrollo de la arquitectura, la pintura o la escultura. Eran el faro que iluminaba la oscuridad de la ignorancia en toda Italia.



Por JESÚS CAMPOS MÁRQUEZ
Estudiante de Historia en la Universidad de Sevilla

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