IRMA GRESE: LA BELLA BESTIA DEL FüHRER

“Grese gustaba de azotar con su fusta en los senos a jóvenes bien dotadas, con el objeto de que las heridas se infectaran. Cuando esto ocurría, yo tenía que ordenar la amputación del pecho, que se realizaba sin anestesia. Entonces ella se excitaba sexualmente con el sufrimiento de la mujer.” 

Testimonio de Gisella Pearl, médico de los prisioneros del campo de concentración de Auschwich (Polonia).



Irma Grese (Wrechen, 7 de octubre de 1923 — Hamelín, 13 de diciembre de 1945) fue una cruel supervisora de prisioneros en diversos campos de concentración durante el tercer Reich. En 1943, ingresó en Auschwitz, como guardia femenina, y para fin de ese mismo año fue ascendida a supervisora, la segunda mujer de más alto rango en el campamento, a cargo de alrededor de 30.000 reclusas de origen judío, en su mayoría polacas y húngaras.

Esta joven guardia de Auschwitz, acostumbraba a buscar mujeres judías con buena figura con la intención de destrozarles los pechos a latigazos. Tras estos actos atroces, las víctimas eran llevadas a una reclusa con formación médica para ser objeto de una dolorosa operación, episodio que era contemplado por Irma Grese, el terror mortal inspirado por su presencia la complacía indudablemente y la deleitaba. La administración de Auschwitz jamás interfirió ante tremendas aberraciones contra los derechos humanos, actuación bastante generalizada en los ambientes de las SS.

El 15 de abril de 1945 es capturada con 22 años por los británicos y condenada a la horca, siendo ejecutada el 13 de diciembre del mismo año.

“Yo soy incapaz de hacer planes. Nunca hice ningún plan para matar prisioneros”, declaración de la propia Irma Grese durante su juicio. Los supervivientes de los campos que testimoniaron la acusaron de asesinatos y torturas. La describían como una persona que siempre usaba botas, pistola y látigo, y expuesta a la idea de ser conocida por arrojar a perros furiosos y hambrientos contra los diferentes presos para que los devoraran. También asesinaba a muchos internos a base de tiros a sangre fría, torturar a los niños, llevaba a cabo abusos sexuales y palizas sádicas con un látigo trenzado hasta provocar las numerosas muertes en sus indefensas victimas. Las responsabilidades de Irma en Auschwitz incluían: el control directo de las prisioneras así como la selección de las condenadas a la cámara de gas. Durante su juicio, Irma negó enérgicamente este hecho y dijo que sólo indirectamente había tenido noticia de las ejecuciones en masa.

Pero los testimonios de las supervivientes del Holocausto indican otra cosa: acompañada de un perro de ataque, Irma golpeaba brutalmente a las reclusas con su fuete, hecho de celofán. El más mínimo pretexto era suficiente para desencadenar el castigo, el cual, en la gran mayoría de las veces, desencadenaba en la muerte. Durante su juicio, ella negó todos los cargos de asesinato pero, aún condenada, no renegó de la ideología nazi y, la víspera de su ejecución, entonaba los cantos marciales de las SS.

Las prisioneras Isabella Leittner y Olga Lengyel declararon que “Irma Grese tenía aventuras bisexuales y que en los últimos tiempos había mantenido romances homosexuales con algunas internas”.

Helene Klein explicó que “Grese practicaba deporte con los internos, obligándolos a realizar flexiones durante horas. Si alguien se detenía, Grese le golpeaba con una fusta de equitación que siempre llevaba consigo”.

Fue una de las pocas mujeres llevadas a juicio y condenadas por crímenes contra la humanidad. Condenada a la horca a los 22 años, fue ejecutada en la prisión de Hamelín, Alemania, el 13 de diciembre de 1945. Sus últimas palabras a su verdugo fueron: “Schnell!” (¡Rápido!).



Por JESÚS CAMPOS MÁRQUEZ
Estudiante de Historia en la Universidad de Sevilla

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