GILLES DE RAIS: LA HISTORIA DE BARBA AZUL Y JUANA DE ARCO

Gilles de Rais, mariscal de Francia y lugarteniente de Juana de Arco, con esos títulos es difícil de imaginar que tal personaje es también conocido como uno de los psicópatas más sangrientos y dementes de la Historia de la humanidad. Se apodaba a sí mismo Barba Azul, y fue famoso por las orgias macabras de perversión sexual que le otorgaban gran placer, acompañadas siempre de muertes espantosas y sadismo.



Provenía de una familia bastante acomodada del reino francés, una familia de lujos y riquezas a mansalva. Su vida siempre fue de cotidianidad dentro de los cánones de alguien normal, era padre de una niña fruto de su matrimonio con su prima Catalina de Thouars, y formaba parte del círculo de nobles más respetados de Francia. 

Hubo un hecho importantísimo en la vida de este mariscal, un hecho que marcaría un antes y un después en su comportamiento. Tenía como protegida a Juana de Arco, una mujer que despertó en él un coctel de sentimientos muy profundos, entre ellos el amor. Estaba totalmente hipnotizado por Juana, la idolatraba y la necesitaba, hasta tal punto de abandonar a su mujer para conseguir tener a su protegida. Este comportamiento, casi obsesivo, hacia Juana le llevó a la locura cuando ésta fue capturada. Hizo lo imposible por rescatarla, pidió ayuda al monarca, quien le negó tal auxilio, con ello Gilles quedó desencantado, se arrancó los emblemas del uniforme a la par que increpaba al rey diciendo: “Os desprecio enorme bastardo”. Finalmente, la joven Juana de Arco fue acusada de herejía y condenada a morir quemada en la hoguera un 30 de mayo de 1431. Gilles llegó tarde como para salvar a la condenada, y la escena se describe con él frente al cadalso observando el cuerpo calcinado de la única mujer que había amado. 

Poniéndonos en situación, tal suceso pudo ser la gota detonante de su locura perniciosa. 

El joven mariscal cayó así en una espiral sangrienta, empecinado en su lucha contra la iglesia y Dios mismo por haberle quitado a su amada. Pasó varios años perdiendo su fortuna debido a las cuantiosas fiestas que organizaba, intentó buscar la piedra filosofal para lograr así amasar riquezas, sin éxito claro está. Algunos alquimistas lo llevaron por sendas más oscuras, hablándole de que haciendo un pacto con el Diablo podría recuperar todo lo que le fue arrebatado. Los historiadores opinan que su primer crimen fue cometido con el propósito de realizar un pacto con el Demonio para lograr sus favores. Tal fue su obsesión que en las escrituras del castillo donde residía, figura como titular el mismo Diablo. 

El objetivo principal de sus crímenes eran niños y niñas, es curioso el desprecio que mostraba por los niños. Se estima que a lo largo de una década desaparecieron en la región mil niños y niñas, de los que una buena parte fueron víctimas del mariscal. Tenía siempre el mismo ritual macabro para con sus víctimas: les cortaba las muñecas, les sacaba el corazón con sus propias manos, al igual que los ojos, y luego los desangraba. Todo esto contribuyó a que, de manera muy acelerada, le encantara lo que es la violación, tortura y asesinato de niños y niñas. A parte de raptar niños, cuando algún que otro joven mendigo se acercaba a su castillo pidiendo limosna, era retenido por los sirvientes de éste, luego los inmovilizaba para violarlos y desmembrarlos posteriormente. La sangre y otros restos se conservaban siempre, eso era un ritual para él sin excepción, para propósitos mágicos. El alcance de sadismo de este personaje no conocía limites, se jactaba del placer que le producían los gritos de los niños que colgaba con ganchos dentro de su castillo, él mismo contaba como a veces los bajaba, les daba cariño y los reconfortaba para que los pobres muchachos se relajaran, para tras lograrlo sesgarles el cuello con un cuchillo. Y tras ello, violaba el cadáver. 

Otro de los placeres de Gilles era tener las cabezas decapitadas clavadas ante su vista, a cada una se la maquillaba, se le enrojecían los labios y mejillas, dándole siempre un aspecto de belleza. Cuando ya tenía suficientes cabezas cortas, celebraba su propio concurso de belleza, y la ganadora obtenía el premio de ser dedicada para cultos necrófilos. 

Barba Azul fue detenido un 3 de septiembre de 1440, tras una larga investigación iniciada por el duque de Bretaña a raíz de varios rumores de la zona que apuntaban a Gilles de Rais. El mariscal aceptó los cargos por los que se imputaban, añadiendo el gran disfrute que obtuvo con todos sus crímenes. Fue condenado a ser ahorcado para posteriormente ser quemado en la hoguera. Murió pidiendo disculpas a los padres de los niños afectados. Finalmente, su cuerpo fue enterrado en la iglesia de las carmelitas en Nantes.


Por JESÚS CAMPOS MÁRQUEZ
Estudiante de Historia en la Universidad de Sevilla

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